Renè pasó muy cerca


  
   Hubiera sido un espectáculo tan sutil. El gran Renè pasó tan cerca, tanto que posiblemente ya no haya vuelta atrás. Si hubiera asistido no lo hubiera olvidado en toda mi vida, pero tampoco lo olvidaré aún solo habiendo olido el pórtico del teatro.
 
    Renè Lavand ojalá pueda verte, vos eres gran experto en cartas y versador extasioso que a tus años, que son 80, rememoras muy a menudo "el tesoro de los piratas". Como cuando eramos niños y escondíamos el tesoro, contabamos diez e ibamos a buscarlo. Yo enterré mi tesoro en ti hace algún tiempo, y cuando la vida me dé la oportunidad, ¡iré a buscarlo!. 
 
"La gente que más necesita mis ilusiones no puede pagar una entrada de teatro", dijo Lavand.

Una escueta historia


 
       Una vez una chica que conocía bastante bien, y que entraba perfectamente en el conjunto de mi tema anterior a éste, me dijo:
 
– Cielo, ¿por qué no hacemos el amor? y así tendremos un hijo o una hija que tenga mi cuerpo y tu mente. Así tendriamos el hijo perfecto.
 
Yo repliqué, – Cómo dices cierta tontería. Imagínate que saliera con mi cuerpo y con tu mente. Muchacha.
 
PD:esta historia hace referencia a una conversación de un escritor que ahora no recuerdo.

La belleza no se entrega


     Como bien se expresa en suficientes escritos que uno puede revisar con el simple hecho de despertar interés por desquitarse, la belleza es un arma suficientemente potente para enamorar, distraer y absorber multitud de corazones. Siempre se ha dicho que hay bellezas que enamoran. Yo siempre personifico la belleza, siempre le pongo alma y nunca cuerpo, pues para mí la belleza no se entrega.
      Yo defino la belleza como aquella que vino y se postró ante ti, amiga, la que conoce al viejo, y reconoció su propia derrota, dejándote el legado de su propia esperanza, pero ya sabiendo que tú jamás, serás derrotada como le ocurrió a ella. El último relevo.
      Hay gente que piensa que la belleza física enamora. Y sí, enamora, puede ser. En mi caso, probablemente provoque un sonrisa de dicha y satisfacción, valedera para los próximos diez minutos, dos horas, cincuenta días, tres años, una vida…no sé. Esa para mí es la belleza que se entrega.
     La belleza que se entrega para mi no tiene valor, para mí no es sustitutivo de nada, ni siquiera es placentera cuando no es perfecta y casi nunca lo es. Solo hacen falta cinco segundos para comprender que la virtud entregada, no sobrepasa más allá de la conocida y por lo tanto, el crecimiento personal adquirido sobrepasa las fronteras de la humildad y la paciencia de los demás. Porque una cosa es ser bella, y otra enteramente bella.
     Por todo ello:
     Me hace falta mucho más que la belleza que se entrega, yo necesito y quiero la que se descubre.

Todos un euro y uno, uno solo


 
     Aquella noche todos pagamos el mismo precio por acceder, de eso estoy seguro. Tanto, como de que cada uno vio un espectáculo distinto, para el alma y para su paz interior, que corroboraron mis más profundas imágenes clasistas que guardaban mis sentimientos. Me devolvió a la razón, a la época en la que yo vivo, a mi edad ya sé que nada es eterno, no puede serlo porque yo acabo, todo esto en mí, catapulta desde mi corazón y como de arietes punzaran mis ojos las lágrimas más hundidas que nunca perdonaré no haber derramado cuando mi mirada las necesitaba.
 
    Algunos llamarían gritos mal sonantes, un euro derrochado, un cancionero olvidado, un soleá atragantada como aquel que vino para reír desde su propia tierra, dándome una lección de no saber sentir y promulgar el arte de nuestro pueblo. Yo ya dije -"respetaré hasta el límite de mis fuerzas aquel que ande encima de un escenario"- y si es para sentir aún más. No importaba la edad, yo no iba con ninguno a muerte, antes. Ahora voy con todos, manos hacia allí con taconeo mandón y preciso, garganta giratoria amoldada a la experiencia de su oído acompañda por seis cuerdas vibradas para el placer de quien sienta la vida. Ahora estoy allí luego aquí, te miro a ti.
 
     Unas manos apretadas extrangulando el aire para que no se escape de entre tus dedos, fallones abiertos, colorados y tu vista a lo negro que yo solo puedo imaginar en tus ojos cerrados. Allí tu silueta se dibuja bajo la luz que explota. Desde no se sabe dónde interfiriendo tu voz al atronador silencio llegando hasta mis entrañas y pasándolas de largo para sembrar la flor del encanto. Ole y ole y ole. Así lo sentí yo…
 
Certamen de soleares, Mayo 2007.